domingo, 13 de enero de 2013

Páginas malditas - Capítulo 1.3-Opes, est potentia


Al abrir el libro, la sorpresa fue enorme. No había nada escrito-exclamé para mis adentros-
Como puede ser? Maldita sea, pero quién me deja un paquete en plena noche con un libro vací  No sé si preocuparme o echarme a reír-suspiré mientras dejaba el libro a un lado-
Mejor me voy a dormir que mañana me espera un largo trayecto.
Apague la lámpara de aceite, me arropé bien para que el frío no hiciese de las suyas y cerré los ojos.

Era de noche, la luna estaba en lo más alto y yo, me encontraba frente a la posada. Mirando el bosque que se extendía al otro lado del camino. Sentía un deseo irrefrenable de adentrarme en el bosque y así lo hice.
Desde luego, no parecía el mismo bosque que me acompañó  durante parte de la tarde.
Los arboles estaban retorcidos de una forma muy extraña. Parecía que me invitasen a seguir un camino concreto.
Las extremidades de los árboles, puntiagudas, con dedos largos y débiles me acariciaban la cabeza a ratos.
Lo único vivo que se podía sentir en aquella zona era mi respiración.

La nieve me estaba arrancando el calor corporal y decidí andar más rápido para llegar ya. 
Un momento, a donde tengo que llegar? Da igual sigue andando-me dije a mi mismo, creo-

Al rato, pude ver una casa pequeña, de madera, con el tejado rebosante de nieve.
Ya he llegado-pensé- Pero a donde he llegado? Que hace una casa en medio de la nada?-me dije-
Las ventanas estaba totalmente oscuras, parecía que dentro de la casa no hubiese mas que vacío y tinieblas. Quise dejar de avanzar pero mis piernas daban un paso tras otro sin aparente control.
Una luz se encendió iluminando una de las ventanas. La luz era tenue, pálida y se podía distinguir una silueta.
De repente pude ver un rostro conocido, no podía ser – me dije totalmente acongojado- Quería correr, volver a la posada y meterme en la cama, pero no podía. La noche era extraña, el miedo dominaba el paisaje nevado y en medio de la nada estaba yo, delante de una casa diminuta donde estaba él, sonriéndome.
Desapareció de la ventana, miré a todos los lados posibles pero no vi nada, empecé a llorar y quería gritar pero no podía.

Zás! Como un golpe de viento golpeándome la cara note su aliento asqueroso. Era el hombre que me encontré en Barcelona. Esos ojos negros del diablo y esa boca babeante, sin dientes eran imposibles de olvidar. Quería cerrar los ojos, si seguía viéndole la cara me volvería loco.

El hombre volvió a aparecer dentro de la casa. Se seguía apreciando su aberrante rostro, mirándome y sonriendo.
Tenía algo en el bolsillo y mis manos fueron por mi para sacar la nota del bolsillo.
Era una nota, no la quería leer pero por sin darme cuenta ya la estaba leyendo.
Por la noche no hay luz que gane a la oscuridad en los caminos dominados por él.

Joven, estas bien? Mariaaaaa! Trae algo de agua fría con un trapo, al chico le está dando un ataque, corre!-exclamó con desesperación el posadero-


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