Páginas malditas - Introducción-0.2

Estaba tumbado, esperando que fuese de día. No pude conciliar el sueño en toda la noche.
Ese paquete...lo dejarían por error? Da igual, ya lo miraré con calma más tarde.
Me levanté de la cama, quedaba poco para el amanecer pero como no tenía mucho sueño, me preparé algo para desayunar. Para ser concretos, uvas con queso, que saben a beso.
Me aseé y esperé a que Roldán, mi ayudante, llegara a la tienda.
Estaba sentado en mi escritorio cuando, sin llamar a la puerta, entró Roldán, como Pedro por su casa.

Roldán - Buenos dios Señor de la Vega.
Diego de la Vega - Roldán, cuantas veces te he dicho que llames antes de entrar? Me tienes agotado.
Roldán -  Lo siento, no volverá a ocurrir.
Diego fe la Vega - Ya, claro. Bueno, tengo que ir a hacer unas gestiones, así que, limpia las ventanas, saca el polvo de la despensa y la recepción y, sobretodo, apunta todo lo que te pidan los clientes, seguido del nombre de los mismos.
Roldán - Entendido.

Sin demora, salí de la tienda, dirección al Barrio Judío. Me di cuenta que había mucha guardia por las calle, más de la normal. Que raro, pensé.
Al fin llegué a la tienda de Abraham, mi más antiguo banquero.

Diego de la Vega - Buenos días Abraham, como está?
Abraham -  Vaya, te esperaba. Cada 3 meses justos vienes aquí para hacer tus pedidos! (exclamó seguido de unas risas)
Diego de la Vega - Por supuesto, nunca compro de más! Bueno, al grano. El material que me encargaste el último trimestre era muy bueno, me gustaría volverlo a encargarlo.
Abraham - A sí, Alfred tiene muchos contactos y a consecuencia, un material estupendo.

Le di un pequeño cofre de piel que contenía dos mil croats de plata. Abraham ya sabía lo que tenía que hacer.
Me despedí como es debido y me dirigí hacia mi tienda, cuando un hombre calvo, sucio y corpulento me golpeó, lo suficientemente fuerte para exaltarme pero sin lastimarme.
Me miró, sus ojos eran negros, te comían el alma, me enseñó la boca, intentando sonreír y se marchó.